Simbiosis entre la arquitectura de la casa y el paisaje mediterráneo como telón de fondo. Los elevados desniveles del jardín y la conservación de rodales de encinar en toda la parcela del jardín, han determinado el diseño y composición del jardín.
La naturalidad en las composiciones seleccionadas de prados floridos, pradera rústica, plantas xéricas y plantas aromáticas autóctonas de la zona, confieren al jardín un carácter espontaneo y natural.
El olor a tomillo, cantueso y orégano se impregna por todas las estancias del jardín, estimulando los sentidos y la caracterización de un campo abierto de matorral y sotobosque mediterráneo.
Los prados floridos con catorce especies diferentes, actúan de transición entre la superficie de césped y los taludes revestidos de enebro rastrero, generando un mosaico de colores cálidos generadores de islas de biodiversidad.
Las siluetas de los cipreses a tres escalas diferentes, interconexionan el jardín, generando un paisaje simbólico y poético. El ciprés es el árbol que simboliza la unión entre el Cielo y la tierra, es el árbol de la vida que representa longevidad, verdor y fortaleza por su madera incorruptible. Los ataúdes de los Papas tradicionalmente se construían con madera de ciprés y los barcos en la época ancestral, haciendo mención al Arca de Noé.
Su altura y verticalidad, es un símbolo del anhelo de eternidad que la fe provoca en el hombre, ansia de paz espiritual al contemplar su silueta elegante y estilizada.
El ciprés es un emblema vegetal en el jardín, apuntando al cielo como una flecha con su figura erguida, afilada, de apretado follaje verde oscuro, invitando a contemplar el firmamento y a preguntarnos por nuestro destino.
Los antiguos viajeros y peregrinos, encontraban en lugares estratégicos de sendas y caminos, un ciprés que les guiaba e indicaba el camino y la hospitalidad en las casas solariegas flanqueadas con cipreses, simbolizando acogida y refugio.
La selección de madroños, robles y encinas centenarias se mimetizan con las encinas existentes y el paisaje de fondo.
Los desniveles del jardín se solventan con muros de piedra de granito natural, generando plataformas a modo de zonas estanciales y senderos que atraviesan todos los rincones del jardín vinculados a las siluetas de los cipreses.